Esos días dejaste la costumbre a un lado de irte a dormir solita, y la cambiaste por jugar y brincar y balbucear en el salón, hasta que te cogía en brazos para intentar que te tranquilizaras y te echaras a dormir.
Tu piernecita rechoncha descansaba encima de la mia mientras te quedabas dormida entre mis brazos.
Tu manita rodeaba mi dedo con fuerza, como intentando aferrarte a la vigilia, hasta que te era imposible seguir succionando tu “pam”.
Esos ojillos se cerraron y dieron paso al sueño más profundo y a la carita más linda que he podido ver en mi vida.
Esa noche hiciste que experimentara las sensaciones más bonitas que pueda experimentar nadie. Y a la vez, hiciste que me asustara al pensar que una personita tan pequeña como la que tu eres, pueda hacer que cualquiera pierda su independencia. Que cualquiera pueda llegar a perder la razón por protegerte.
Eres tan pequeña, y tan frágil… Y a la vez haces cosas tan grandes….
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